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Elsa RBrondo
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domingo, 24 de febrero de 2008

Calderón y Rajoy podrían cantar... "tú y yo somos uno mismo" dirigidos por Antonio Sola

No creo tener poderes psíquicos, pero era de esperarse. El partido de la derecha mexicana contrató hace dos años los servicios del español Antonio Sola para articular la "campaña del miedo" de Felipe Calderón y ahora se lleva los mensajes a su tierra para apoyar la campaña de Mariano Rajoy.



Quien no haya sufrido el bombardeo de todos los frentes empresariales y gubernamentales en contra de un candidato, difícilmente entenderá por qué a uno se le eriza la piel de sólo pensar que la historia se repita.



Uno debería de exigir a sus políticos más lucidez y menos lodo. En México, después de denostar todas las propuestas de la izquierda, de mostrarnos una y otra vez los terribles, horribles y desastrosos peligros de esa tendencia, Calderón terminó diciendo: "los voy a rebasar por la izquierda".

Suerte a los españoles.


domingo, 10 de febrero de 2008

La campaña de apoyo a Rodríguez Zapatero vista desde otras latitudes


La noticia es reciente. Una plataforma de gente de la cultura y la ciencia española se ha pronunciado en apoyo al presidente Rodríguez Zapatero. Parte de la campaña incluye una canción: "Defender la alegría". La oí y me hizo recordar las tristes elecciones que tuvimos en el 2006 en México. Aquí hubiera sido impensable que artistas mediáticos (es decir, con una exposición regular en los medios masivos de comunicación) hubieran formulado sus preferencias electorales en voz alta. Aunque sí lo hizo una buena parte de los intelectuales y artistas que se mueven en un espacio restringido.

Identifiqué cantando "Defender la alegría" a Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel, Sole Jiménez y Miguel Bosé. Y pensé, ¿qué cantantes mexicanos, famosas estrellas del firmamento, habrían apoyado a la izquierda mexicana? Sólo de imaginar a Paulina Rubio o a Talia en tales asuntos me hizo reír un buen rato. No sé qué mueve más al humor negro, si imaginar que nuestro "medio artístico" pueda pensar más allá de en qué chisme o revista aparecerá o reconocer que de cantar por un causa política lo harían por el partido de la derecha.

"DEFENDER LA ALEGRÍA"

miércoles, 6 de febrero de 2008

Gregory Colbert en el Zócalo o cómo la montaña fue a Mahoma


Hay ciudades que no tienen corazón, como Los Ángeles que se pierden en la vorágine de "free ways" que conectan zonas tan dispares como Westwood o East L.A. Pero en México, como afortunadamente en casi todo el resto del planeta, todas las ciudades tienen un centro del que se puede partir a cualquier dirección o al que se puede acudir para sentir el pulso de la vida. El corazón de los chilangos (por si acaso, el gentilicio popular de los que viven en el D.F.) es el Zócalo y ahí se instaló el Museo Nómada, proyecto del fotógrafo y cineasta Gregory Colbert. La entrada a una impresionante estructura de bambú del colombiano Simón Vélez, es gratis (aunque a la salida uno sucumba a la compra de "recuerdos" que, precisamente, hacen autofinanciable al proyecto). El recorrido es como las comidas de tres tiempos. Fotografías impresas en gran formato color sepia en un largo pasillo bordeado de agua, tres espacios audiovisuales y un último pasillo que repite la galería fotográfica de la entrada. Apenas iluminado y con una música que me recordó los mejores momentos del "new age", la experiencia es guiada a un estado casi de hipnosis (misma sensación que está en las imágenes fijas y en movimiento). El artificio de comunión del hombre con la naturaleza es llevada al punto de lo inverosímil (leopardos y niños juntos, elefantes nadando con adultos, aves de rapiña danzando en su vuelo con una mujer), pero reconozco que el efecto es reconfortante. Una ficción que pone de manifiesto esa problemática relación que tenemos los seres humanos con el entorno natural. Después de estar en ese vientre de bambú uno es expulsado a la selva de concreto: consignas políticas, bocinas de autos y el bullicio propio del corazón de mi ciudad. Críticas más severas o más amables aparte, la cantidad de gente que entra a la muestra me recuerda el derecho de todos los chilangos a una exposición de arte, a la experiencia estética. Si los museos son apenas visitados, bienvenido el Museo Nómada y las multitudes que se aglutinan para entrar a él.