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Elsa RBrondo
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martes, 22 de abril de 2008

Licencia poética






Jorge y yo caminamos nuestra amistad algunas desveladas noches por la Ciudad de México, intentando refugiarnos de una "interminable hemorragia de milagros rotos". Eran otros años, ya no nos conocemos y casi siempre lo recuerdo, aunque la memoria no nos salve.




Nadie va a salvarnos.
Ni el amor, ni la fe, ni la palabra.
Nadie va a saber que fuimos tantos
embarcados en el haz de la ternura,
angustiados y desnudos,
errantes y remotos.
Nadie hablará por nadie.
A cada quien se le rompe el alma
con sus propios días mal escritos
o se le seca la espiga del mundo
cuando apenas la roza con sus manos.
Nadie va a defendernos
de la querella del silencio
o la fresa infiel de algunos labios.
Nadie va a apostar por nosotros
ni va a amarrarnos el nudo de la vida
o de los zapatos,
ni a lavarnos de noche el corazón
con el agua fluvial de los abrazos
ni a quitarnos el rudo, misterioso animal
que ama y carga nuestro nombre por el mundo.
Nadie va a salvarnos
de morir siempre a destiempo
prematura o viejamente agradecidos de lo simple,
aguerridamente tristes, y juntos, en la muerte.

Jorge Fernández Granados, "Soledad" [fragmento] en El arcángel ebrio, UNAM, 1992.

viernes, 18 de abril de 2008

ISABEL COIXET Y LAS AFINIDADES ELECTIVAS


Debo a mi absoluta incapacidad para escribir un buen título mi encuentro con el cine de Isabel Coixet (Barcelona, 1962). Por envidia suelo coleccionarlos: El otoño recorre las islas del poeta tabasqueño José Carlos Becerra o Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto del cineasta español Agustín Díaz Yanes. La vida secreta de las palabras me parece uno de los títulos más afortunados y por la fascinación de la frase llegué al personaje.

Isabel Coixet o Miss Wasabi (su alter ego) no me ha defraudado. Su cine está hecho de historias pequeñas que se fragmentan en las constelaciones de las complejas relaciones humanas. Hasta su película A los que aman (quizá la menos lograda) le tengo cierta estima. Por alguna razón su trabajo me parece el fruto de la relación cosmopolita que la Coixet tiene con el mundo. No es gratuito que la mayoría de sus filmes estén hechos en inglés con actores de esa lengua ni que sus preocupaciones no tengan fronteras: la tortura, la condición de la mujer y las relaciones amorosas. Sin embargo, su cine no es globalizador; uno tiene la sensación de que no podría contar sus historias en otro lugar o en otra circunstancia o con otros personajes.

Soy lo que se dice una fan de ocasión que sigue su trayectoria según se va pudiendo. Visito esporádicamente su página oficial, leo muy de vez en vez sus artículos en Woman y sobre todo disfruto de su trabajo y espero que llegue a México Elegy su película más reciente.


martes, 15 de abril de 2008

Phillis Wheatley o cómo la poesía puede evidenciar la precrariedad del paria


Ayer, escuché la conferencia de Eleni Varikas (profesora de Teoría Política en la Universidad de París VIII) sobre la figura del paria. Varikas habló entre muchas otras cosas de Phillis Wheatley (mujer, negra, esclava y poeta). Phillis llegó a Boston del Senegal en 1761. Pequeña y desnuda, fue vendida a la familia Wheatley y tomó su primer nombre del barco que la condujo a la esclavitud. La señora Wheatley le enseñó a leer y escribir y Phillis comenzó a temprana edad a escribir poesía. La sociedad de Boston sometió a la joven poeta a un juicio en donde 18 miembros del jurado atestiguaron que realmente era la autora de sus textos. Varikas mencionó la postura de Thomas Jefferson, uno de los detractores de Phillis, quien comparaba a los negros con simios.

Podemos imaginar las implicaciones políticas y éticas de considerar a un "ser inferior" capaz de moverse con soltura e inteligencia por terrenos propios de los "hombres civilizados". Si la esclavitud se hizo posible en Occidente, fue precisamente apoyada en la falacia (artificialmente o no) asumida de que esos "otros" por naturaleza no eran parte de la humanidad.

Phillis Wheatley se emancipó a la muerte de su ama, tuvo un mal matrimonio, tres hijos y murió en la más absoluta pobreza a los treinta años. No le sirvió ser reconocida como la primera escritora negra (y escritor que se conozca) ni sus muchas poesías en donde buscaba integrarse a una sociedad cristiana, civilizada y culta que sentía suya. La literatura más bien la convirtió en un paria, evidenciando con toda la violencia que puede tener la transgresión de ser mujer, negra y poeta, la lejanía de todo lugar. Phillis no podía pertenecer al mundo anglosajón, tampoco al mundo de la esclavitud negra. Aunque ella intentara anunciar la posibilidad en este poema:

One Being Brought From Africa To America

'TWAS mercy brought me from my Pagan land,

Taught my benighted soul to understand

That there's a God, that there's a Saviour too:

Once I redemption neither sought now knew,

Some view our sable race with scornful eye,

'Their colour is a diabolic die.'

Remember, Christians, Negroes, black as Cain,

May be refin'd, and join th' angelic train.

Phillis Wheatley

miércoles, 2 de abril de 2008

VIDA RETIRADA


En pleno siglo XVI Fray Luis de León escribía su poema "Vida retirada": "¡Qué descansada vida/ la del que huye el mundanal ruïdo,/ y sigue la escondida/ senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido!" No imagino el mundanal ruido de las calles españolas de su tiempo, pero sí las mismas ganas de encontrar un refugio más acorde con el espíritu de quien, por azares de la existencia, vive en una gran ciudad.
En su retiro de lo urbano y sus miserias, la naturaleza entera era la alegoría de Dios.
Yo no busco tan altos paisajes, me conformo con dibujar mi paraíso (y dos vaquitas).