Debo a mi absoluta incapacidad para escribir un buen título mi encuentro con el cine de Isabel Coixet (Barcelona, 1962). Por envidia suelo coleccionarlos: El otoño recorre las islas del poeta tabasqueño José Carlos Becerra o Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto del cineasta español Agustín Díaz Yanes. La vida secreta de las palabras me parece uno de los títulos más afortunados y por la fascinación de la frase llegué al personaje.
Isabel Coixet o Miss Wasabi (su alter ego) no me ha defraudado. Su cine está hecho de historias pequeñas que se fragmentan en las constelaciones de las complejas relaciones humanas. Hasta su película A los que aman (quizá la menos lograda) le tengo cierta estima. Por alguna razón su trabajo me parece el fruto de la relación cosmopolita que la Coixet tiene con el mundo. No es gratuito que la mayoría de sus filmes estén hechos en inglés con actores de esa lengua ni que sus preocupaciones no tengan fronteras: la tortura, la condición de la mujer y las relaciones amorosas. Sin embargo, su cine no es globalizador; uno tiene la sensación de que no podría contar sus historias en otro lugar o en otra circunstancia o con otros personajes.
Soy lo que se dice una fan de ocasión que sigue su trayectoria según se va pudiendo. Visito esporádicamente su página oficial, leo muy de vez en vez sus artículos en Woman y sobre todo disfruto de su trabajo y espero que llegue a México Elegy su película más reciente.
Isabel Coixet o Miss Wasabi (su alter ego) no me ha defraudado. Su cine está hecho de historias pequeñas que se fragmentan en las constelaciones de las complejas relaciones humanas. Hasta su película A los que aman (quizá la menos lograda) le tengo cierta estima. Por alguna razón su trabajo me parece el fruto de la relación cosmopolita que la Coixet tiene con el mundo. No es gratuito que la mayoría de sus filmes estén hechos en inglés con actores de esa lengua ni que sus preocupaciones no tengan fronteras: la tortura, la condición de la mujer y las relaciones amorosas. Sin embargo, su cine no es globalizador; uno tiene la sensación de que no podría contar sus historias en otro lugar o en otra circunstancia o con otros personajes.
Soy lo que se dice una fan de ocasión que sigue su trayectoria según se va pudiendo. Visito esporádicamente su página oficial, leo muy de vez en vez sus artículos en Woman y sobre todo disfruto de su trabajo y espero que llegue a México Elegy su película más reciente.
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