Secretamente, hasta con un poco de vergüenza, abrimos esa página de las revistas dedicada al horóscopo para conocer el destino que nos han asignado (normalmente el redactor castigado en turno) los astros. Después de la frase más manida entre una pareja que se conoce "¿estudias o trabajas?" viene "¿qué signo eres?". Entonces podemos respirar tranquilos, porque sabemos con quién estamos tratando. Pero esta fe en el zodiaco, que ha acompañado al hombre occidental por siglos y siglos, tiene también una razón más elevada. Pienso que es la creencia que nos mantiene en contacto con lo que no es humano, con los que nos certifica una comunión con el universo y con la naturaleza. Es la certeza de que somos parte de una arquitectura perfectamente trazada y de la que somos sólo una pequeña parte.
1 comentario:
Acabo de descubrit tu blog y me ha parecido muy interesante.
En cuanto al horóscopo, pocos lo reconocen pero todos lo miran. Y más allá de su acierto, o no el estudio de los astros se remonta a miles de años atrás, cuando el cielo era un misterio para el hombre. Sigue siéndolo y no debería dejar de serlo nunca.
Un saludo y hasta pronto!
Publicar un comentario